El Papa Francisco abogó por un nuevo pacto educativo entre escuela, familia y jóvenes que sustituya al actual, obsoleto y roto, para poder afrontar los retos del mundo de hoy.
Este llamado lo realizó durante el encuentro que mantuvo el viernes 10 de noviembre en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico, con miembros de la Orden de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, o más conocidos como los Escolapios.
Durante este encuentro con los miembros de la Orden de los Clérigos Regulares pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, el Santo Padre centró su discurso en la educación y, en concreto, en la necesidad de renovar un acto educativo que, según lamentó, se ha roto; y a este propósito, trajo a colación tres palabras claves dentro de dicho proceso de reconstrucción:
Educar: Al respecto, el Papa Francisco anotó que “Educar en este momento es algo muy serio. Es un desafío grande porque el pacto educativo, en general, está roto; el pacto educativo entre la escuela, la familia y los jóvenes, está roto», por lo que se hace necesario reconstruir ese pacto implicando a la familia pues hoy día, en la educación, no puede estar ausente la familia. Según indicó el Santo Padre, la situación de muchas familias rotas y desestructuradas puede dificultar el proceso educativo, sin embargo, señaló que nada es imposible de recomponer: “Hay familias destruidas, pero en el chico se pueden recomponer muchas cosas, muchas cosas”.
Por otro lado, dentro de este aspecto, dio especial importancia al papel de los docentes, y a la necesidad de valorar su trabajo ya que en muchos países, los docentes son los peor pagados y algunos tienen que trabajar dos turnos para poder tener un sueldo digno. Ese docente cuando llegue a su casa, se preguntó el Papa, ¿cómo va a tener tiempo de preparar clases, de pensar? Por esa razón, el diálogo debe darse entre la familia, la escuela y el chico. Se trata de un diálogo triple.
Educación completa: En un segundo momento, el Papa dijo que es necesario «salir de la herencia que nos dejó la Ilustración, que defendía que educar es llenar la cabeza de conceptos y que cuanto más se conozca, mejor será la educación”; para el Pontífice, educar es algo muy diferente. “Educar es hacer madurar a la persona mediante tres lenguajes: el lenguaje de las ideas, el lenguaje del corazón y el lenguaje de las manos, y que haya armonía entre los tres, es decir, que nuestros alumnos sientan lo que piensan, y hagan lo que piensan y sienten”.
“Yo creo que, si no educamos así, perdemos. Algunos pedagogos lo expresan de otra manera, pero van a lo mismo: educar en contenidos, hábitos y valores. A la juventud hay que educarla en movimiento, la juventud quieta, hoy, no existe, y si no la ponemos nosotros en movimiento, la van a poner en movimiento mil cosas, principalmente los sistemas digitales”.
Transformar: Finalmente, el Papa Francisco también advirtió de que los jóvenes hoy día vienen sin raíces, porque si bien las tienen no las asumen, nos las dejan crecer, no las dejan consolidar porque viven continuamente en esta liquidez de cultura; por ello abogó por ayudar a los jóvenes a fundamentar las raíces a través del diálogo entre jóvenes y ancianos: “Hoy los jóvenes necesitan hablar con los viejos, es la única manera de que reencuentren sus raíces. Hablar con los padres, sí, eso es fundamental, pero, sobre todo, hoy, la necesidad es que encuentren a los viejos, y a los padres en medio de esta sociedad líquida”. “¡Por favor, traten de fomentar el diálogo entre abuelos y nietos!”, exclamó. “Yo les doy esta misión: procuren fomentar –mientras hay tiempo, antes de que se nos vayan– el diálogo entre jóvenes y viejos; busquen las mil maneras de hacerlo, pero siempre en movimiento porque los jóvenes quietos no funcionan”
El Papa Francisco, culminó este encuentro, invitando a rezar un Ave María a la Virgen, y a pedir la protección de San Faustino, sacerdote profeso de la Orden de los Escolapios, y fundador de la Congregación de las Hermanas Calasancias Hijas de las Divina Pastora.