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La cruz NO es un adorno o amuleto

Durante el rezo del Ángelus el domingo 18 de marzo en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco criticó el uso que a menudo se le da a la cruz como elemento decorativo o de vestir.

En su reflexión, el Pontífice aseguró que “quien quiere conocer a Jesús debe mirar a la cruz, donde se revela su gloria, y advirtió que la cruz o «el crucifijo no es un objeto ornamental o un accesorio de vestir –del que a veces se abusa– sino un signo religioso que hay que contemplar y comprender. En la imagen de Jesús crucificado se desvela el misterio de la muerte del Hijo de Dios como supremo acto de amor, fuente de vida y de salvación para la humanidad de todos los tiempos”

Al respecto, Francisco le preguntó a los cerca de 20 mil fieles presentes en la Plaza de San Pedro. “¿Como miro yo el crucifijo? ¿Como una obra de arte para ver si es bonita o no? ¿O lo miro hacia adentro, entro en las llagas de Jesús hasta su corazón? ¿Miro el misterio del Dios aniquilado hasta la muerte, como un esclavo, como un criminal?.

En consonancia con lo anterior,  el Papa Francisco el 12 de marzo de 2017 antes del rezo del ángelus afirmó que precisamente a través de la cruz, Jesús alcanzará la gloriosa resurrección” y que será definitiva. “Jesús transfigurado en el monte Tabor quiso mostrar a sus discípulos su gloria, no para evitarles pasar por la cruz, sino para indicar a dónde lleva la cruz. l que muere con Cristo, con Cristo resucitará. Y la cruz es la puerta de la resurrección. Quien lucha junto a Él, con Él triunfará.

Del mismo modo, Francisco anotó que “este es el mensaje de esperanza que la cruz de Jesús contiene, exhortando a la fortaleza de nuestra existencia”. Por ello, animó a los cristianos para que en este tiempo de Cuaresma, contemplemos “devotamente la imagen del crucifijo: es el símbolo de la fe cristiana, es el símbolo de Jesús, muerto y resucitado por nosotros. Nos aseguramos de que la cruz marque las etapas de nuestro camino cuaresmal para comprender cada vez más plenamente la gravedad del pecado y el valor del sacrificio con el que el Redentor nos ha salvado, a todos nosotros”.

Por último, el Papa invocó a «la Virgen María, que ha tenido siempre la mirada de su corazón fija en su Hijo – desde el pesebre de Belén, hasta la cruz en el Calvario, para que nos ayude a encontrarlo y conocerlo, así como Él quiere, para que podamos vivir iluminados por Él, y llevar al mundo frutos de justicia y de paz».

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