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¿Nos preocupamos del hambriento, el sediento, el drogadicto o el prisionero?

Como Caín, el Señor también nos hace hoy la pregunta: “¿Dónde está tu hermano? En su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, el Papa exhortó a responder personalmente, pero no con respuestas de compromiso para escapar del problema. Sí porque Francisco recordó que, en efecto, se está hablando del hermano enfermo, encarcelado y hambriento, como dice el Evangelio de San Mateo en el capítulo 25.

De manera que la vicisitud de Caín y Abel, propuesta por la Primera Lectura de la Liturgia del día, estuvo en el centro de su reflexión. Una Lectura que forma parte de ese género literario que se repite muchas veces en la Biblia, y que “podemos llamarlo preguntas incómodas y respuestas de compromiso”. De hecho, es precisamente “una pregunta vergonzosa”, la que Dios dirigió a Caín: “¿Dónde está tu hermano? Y la respuesta es en este caso “un poco de compromiso”, pero también para defenderse: “¿Pero qué tengo que ver yo, en la vida de mi hermano? ¿Acaso yo soy su guardián? Yo me lavo las manos. Y con esto Caín intenta escapar de la mirada de Dios.

En este orden de ideas, el Santo Padre quiso destacar como en la vida de todos los días a estas preguntas incómodas “respondemos un poco con principios generales que no dicen nada, pero dicen todo, todo lo que está en el corazón”. Por eso, el Papa aseguró que el Señor nos hace esta pregunta a cada uno de nosotros:

“¿Dónde está tu hermano?” – “No lo sé” – “¡Pero tu hermano tiene hambre!” – “Sí, sí, seguramente está almorzando en la parroquia de Caritas, sí, seguramente lo alimentarán”, y con esta respuesta ‘compromiso’ salva la piel. “No, el otro, el enfermo …” – “¡Claro que está en el hospital!” – “¡Pero no hay lugar en el hospital! ¿Y tiene algún medicamento? “-” Pero es lo suyo, no puedo entrometerme en la vida de los demás … él tendrá parientes que le darán medicamentos “, y me lavo las manos.

“¿Dónde está tu hermano, el prisionero?” – “Ah, él está pagando lo que merece. Lo hizo, que lo pague. Estamos cansados ​​de tantos criminales en la calle: que pague”. Pero quizás nunca escuches esta respuesta que se te dice de la boca del Señor.

Con estos ejemplos concretos el Papa pide a cada uno que tome esta palabra del Señor como si fuera hecha a cada uno de nosotros personalmente:
“El Señor me pregunta “¿dónde está tu hermano?”, Y pon el nombre de los hermanos a quienes el Señor nombra en el capítulo 25 de Mateo: los enfermos, los hambrientos, los sedientos, los que no tienen ropa, ese hermano pequeño, niño pequeño que no puede ir a la escuela, al drogadicto, al prisionero … ¿dónde está? ¿Dónde está tu hermano en tu corazón? ¿Hay espacio para estas personas en nuestros corazones?

Ante esto, el Santo Padre denuncia a quienes consideran que son demasiado “estas cosas sociales de la Iglesia” y aseguró que “estamos acostumbrados a dar respuestas de compromiso, respuestas para escapar del problema, para no ver el problema, para no tocar el problema”.

Al finalizar, el Papa recordó la otra pregunta que el Señor le hizo a Adán ¿dónde estás? “Y Adán se escondió de la vergüenza, del miedo. Tal vez sentimos esta vergüenza. Dónde está tu hermano, dónde estás tú. ¿En qué mundo vives, para no notar estas cosas, estos sufrimientos, estos dolores? Dónde esta tu hermano… dónde estás. ¡No te escondas de la realidad! ¡Responde abiertamente, con lealtad, con alegría a estas dos preguntas del Señor!.


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